Una vida sin alcohol ni drogas es más sana para ti, tu familia y la sociedad
De «Les sociétés secrètes». Serge Hutin. Presses Universitaires de France, 1952. Transcripción por Henzo Lafuente.
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Como todas las religiones, el Islam tuvo, desde el origen, sus místicos, unos ortodoxos, otros heréticos; entre los primeros, fueron los sufitas quienes desarrollaron las Sociedades secretas de iniciación, aun cuando permanecían fieles a los preceptos coránicos. Aún hoy existe gran número de sociedades secretas musulmanas, primero en el norte de África. Estas sociedades tienen al frente un Jeque, señor absoluto, que reside por lo general en laZawiya donde se halla la tumba del fundador de la Orden. A sus órdenes se encuentran los mokaddem, que van a lo lejos a conferir la iniciación (werdi) a los neófitos; las instrucciones secretas se les transmiten siempre verbalmente. He aquí, en lo que se refiere a los fines de esos grupos, la declaración de uno de sus miembros contemporáneos con quien conversó P.Geryaud:
«Los afiliados deben esforzarse por seguir el trik (tariq), la vía, que, por etapas, los lleva a la perfección, gracias a las reglas , prácticas, fórmulas y signos especiales de cada congregación. Cada una constituye lo que se llama el Ahl-as-Sílsilat (el clan de la cadena). Esta cadena comienza generamente en el ángel Gabriel, el mismo que transmitió al profeta Mahoma la ciencia de la verdad. Continúa por el fundador de la orden hasta los jefes actuales, conservando los nombres de sus predecesores. Ciertas congregaciones llegan a atribuir el conocimiento de la cadena a la revelación directa. Muy a menudo, esta revelación se produce por intermedio de Sidi-el-Jadir, es decir, el profeta Elías, que, como el profeta Idris (Enoc), bebió en la fuente de la vida y así quedó exento de la muerte.»
Al lado de esas organizaciones ortodoxas hay que anotar la existencia de grupos herejes de los cuales señalaremos los más importantes, nacidos del cisma "ismaelita"[o ismailita].
La secta herética musulmana de los ismaelíes fue fundada en Siria por el persa Abdalá, hijo de Maimún (863). De las doctrinas ismaelitas se desprenden fuertes influencias gnósticas. Adelantándose al Corán, agregan a los seis profetas del Verbo (Adán, Noé, Abraham, Moisés, Jesús, Mahoma) un séptimo Imán («enviado»), Ismaíl, hijo de Dschafer, el «señor del tiempo» o «jefe de las edades». Es una religión iniciática por excelencia, que comprende siete grados [1] sucesivos. Hubo un momento en que los ismaelitas desempeñaron un papel político y guerrero de los más importantes; hoy son todavía muy numerosos, sobre todo en las Indias, donde reside su jefe, que ostenta poderes espirituales y temporales: el Aga Khan.
De los ismaelitas nación cierto número de ramas, de las cuales las más célebres son los «asesinos», los drusos y los ansarieh:
Los «asesinos», más exactamente los hashishíes («comedores de hashish»), dieron mucho que hablar, y entraron en la leyenda. Esta secta memorable nació a fines del siglo XI; el fundador de esos «ismaelitas del Este» fue el célebre Hassan-Ben-Sabbah [también Hassan-E-Sabbah, Hassam-i-Sabbah], natural de Jorasán (Persia).
Luego de apoderarse de la fortaleza de Alamut, al norte de Persia, pretendió ser el hudshet, o encarnación del último imán, y reclutó un buen número de adeptos. El «Viejo de la Montaña» se apoderó de numerosos castillos, tanto en Persia como en Siria, y su dominación se extendió rápidamente, gracias a secuaces devotos, fanatizados por el hashish o cáñamo de India (de ahí su nombre «asesinos»), encargados de suprimir a cuantos obstaculizaban sus designios de dominación.
La jerarquía iniciática, estrechamente subordinada al Jeque o Gran Maestro, comprendió siete grados, como en el ismaelismo clásico. Luego de la muerte de Hassam, en 1124, a la edad de noventa años, el poder de los asesinos siguió ampliándose. Pero, en Siria, chocaron con los Templarios, que poseían numerosos castillos al sur de los montes Ansariyah y les llevaron encarnizada guerra, hasta los obligaron a pagar tributo (se ha pretendido, sin pruebas decisivas, que los templarios copiaron de los asesinos sus doctrinas esotéricas).
La segunda mitad de siglo XIII vio el fin definitivo, tanto en Siria como en Persia, del poder político de los asesinos, cuyas fortalezas fueron tomadas por las tropas de los soberanos de esos dos países.
Otra rama salida de los ismaelitas, fue la religión de los drusos, quienes, establecidos en el macizo del mismo nombre, dieron que hacer a las tropas francesas de Siria. Los fundadores de la secta fueron Hakem, sexto jalifa fatimita de Egipto, y su consejero, el persa Hamza, que convirtió a los drusos del Líbano a la doctrina (siglo XI). El Libro sagrado de los drusos es el Kitab-al-Hikmat («Libro de la Sabiduría»). he aquí, según Lepper [2] , un resumen de sus creencias fundamentales:
«Dios es uno, se ha manifestado a los hombres en varias oportunidades por su encarnación, visible por última vez en la persona de Hakem Biamr Alá, Hakem no murió; desapareció para atestiguar la fe de sus fieles, pero reaparecerá en su gloria y extenderá su imperio sobre el mundo. Sostienen, además, que Dios creó primero la Inteligencia universal, y que ésta se reveló a la tierra en cada una de las manifestaciones divinas: cuando Dios se reencarnó en Hakem, ella tomó la forma de Hamza... Veamos ahora la reencarnación: el número de humanos es siempre el mismo, y sus almas pasan sucesivamente a diferentes cuerpos, subiendo o bajando en la escala de los seres, según hayan observado o descuidado los preceptos de la verdadera religión y la práctica de sus siete mandamientos»
Los drusos están divididos en dos clases: los yákil, o «guerreros» y los ákil, o «ancianos», únicos admitidos en los Misterios. Para llegar a ákil, el neófito debe salir victorioso de tres pruebas temibles: después de un prolongado ayuno, resistir el hambre ante una mesa colmada de manjares apetitosos; luego de cabalgar tres días en el desierto, no tocar una jarra de agua fresca; en fin, ha de ser capaz de no ceder ante la voluptuosidad, durante toda una noche a solas con una bella mujer...
Como los drusos y los asesinos, los ansaríes o nusairíes, herejes musulmanes que habitan la cadena montañosa del mismo nombre (Líbano), proceden de los ismaelitas.
«Los ansaríes creen en un solo Dios, existente en sí y eterno; son, pues, unitarios. Firman, sin embargo, que ese Dios se encarnó siete veces en la persona de Abel, Seth, José, Josué, Asaf, Simón (Cefas) y Alí. En cada una de esas manifestaciones, Dios se sirvió de otras dos personas divinas, una de las cuales era emanación de su propia esencia, creada por él y la segunda era creada por la primera.[3]»
Fácilmente se adivina la influencia de las gnosis cristianas en toda una serie de especulaciones. En sus Misterios celebran una suerte de misa bajo las apariencias del vino, rito destinado a procurar la iluminación: la Divinidad se oculta en la luz, pero se manifiesta en en vino, servidor de la luz (Abd-el-Nur). Creen en la metempsicosis: después de cierto número de transmigraciones, las almas de los creyentes se transforman en estrellas en el «mundo de la Luz». Vemos, pues, como las doctrinas gnósticas tuvieron gran influencia sobre los musulmanes heterodoxos. El dominio de la historia de las religiones sigue siendo un misterio y relativamente poco estudiado por los especialistas. Mencionemos igualmente la extraña secta llamada la de los «Adoradores del Diablo» (Yezidíes).
oOo
[1]. A veces nueve, en ciertas ramas. Volver
[2]. Les Sociétés secrètes. pág. 301. Volver
[3]. Lepper. obr.cit. pág.311. Volver
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