María Callas, La mujer tras la leyenda | maria callas bambino caro

María Callas, La mujer tras la leyenda maria callas bambino caro

Una vida sin alcohol ni drogas es más sana para ti, tu familia y la sociedad

María Callas, La mujer tras la leyenda. Prólogo, por Arianna Stassinopoulos. Traduccioón de Xrisí Tefarikis

Maria Callas | maria callas bambino caroLlegamos a Epidauro en una embarcación mientras una copiosa lluvia arreciaba en esa región de Grecia. Agarrada fuertemente de la mano de mi madre caminé junto a una numerosa cantidad de gente hacia el antiguo teatro. Era el 17 de Agosto de 1960, casi justo un mes después de mi décimo cumpleaños y estaba a punto de escuchar mi primera ópera ''Norma'' con María Callas. Todo lo que sabía acerca de ella, además de saber que era una ''gran cantante'' era que como todos los griegos entre los cinco y los ciento cinco años sentían: que era la mujer en la vida del muy, muy rico Señor Onassis, cuya gruesa figura cientos de ojos trataban de escudriñar, a la entrada del teatro. callas parsifal carlo maria giulini

Veinte mil espectadores tomaron asiento cuando se anunció que a raíz de la inclemencia del tiempo la función se cancelaba y quedaba postergada para el domingo siguiente. Cuando finalmente pude contemplar a María Callas a la semana siguiente, ''algo'' gatilló mi imaginación infantil. Fue aquella presentación y no la ''Tosca'' que interpretó en Londres ( su última aparición en el escenario lírico), lo que recordé cinco años más tarde, en versión completa y detallada, cuando en 1977, un par de meses después de su muerte, me preguntaron si estaba interesada en escribir una biografía de una de las más extraordinarias mujeres de nuestros tiempo. Instantáneamente, el recuerdo de aquella noche me recorrió- mi anticipación y alegría como mi decepción en la primera función cancelada y el terrible aburrimiento que sentí mientras esperaba toda una semana para poder finalmente verla y escucharla. maria callas collector autograph

En numerosas ocasiones, aquella noche en Epidauro la recuerdo transportada por el poder de su voz y la dramática verdad que emanaba de su interpretación. Y fui tocada por algo muy profundo, por la intensidad del fuego que transmitía desde su interior consumiéndola e iluminando al mismo tiempo todo lo que la rodeaba. Y fue el recuerdo de Epidauro lo que determinó mi oficio de escritora de su vida. Me fascinó definitivamente desde el primer momento pero no fue hasta dieciocho años después, cuando llevaba escrito la mitad de este libro, cuando entendí realmente el porqué. Y sólo entonces comprendí porqué ella era capaz de llevar esa intensidad e incesante agitación que vivía dentro de ella a todos los sitios en que se presentaba. Y porqué a millones de personas a quienes no les gustaba ni les importaba la música, seguían su carrera y su vida personal en forma tan ávida, porqué hombres y mujeres acampaban durante días fuera de los teatros de ópera para poder adquirir boletos para sus representaciones. Había por cierto, una vida privada tan dramática como la de muchas de las heroínas que ella encarnó a lo largo de su carrera profesional: allí estaba la clave del poder de sus creaciones operáticas, allí estaba el brillo de su carrera: Ari, Jackie, Franco Zefirelli, Winston Churchill y un interminable desfile de ricos y famosos que giraban en torno de su vida. Pero aquello no alcanzaba a explicar la fascinación sin igual que generaba, ni la hostilidad que provocaba, tan intensa como el amor que ella lograba despertar.

La vida de María Callas tiene tanto de trágica como de cuento de hadas. Como nadie logró transformarse de una muchacha gorda y algo desgarbada en una mujer de belleza magnética y gran personalidad. Pero incluso cuando había comenzado la transformación, la tragedia de su vida ya se había iniciado. Esto acontecía en varios aspectos de su vida, como el eterno conflicto que tuvo con su madre, el largo y gradual desarrollo de su vida matrimonial, su relación profundamente emocional con su voz, la enorme dependencia de su relación con Onassis, y la amargura, el dolor y la humillación que le provocaron su abandono. Y en forma paralela, además de todas esas tragedias individuales, existieron luchas que nunca cesaron de luchar dentro de ella: la lucha entre la Callas y María, entre la leyenda y la mujer, entre la imagen y la realidad. Esta lucha central de su vida también constituye también el eje central de este libro.

Comencé escribiendo la biografía de la Callas para terminar escribiendo la historia de María. Comencé con profundo respeto en ocasiones y con rechazo en otras por lo que había intentado ser. Terminé por amarla.

Naturalmente comencé por leer toda la literatura que existía acerca de ella. Después, durante casi dos años, viajé por el mundo pata hablar con sus amigos, colegas y en ocasiones, enemigos, que habían sido parte de la vida de María durante cuarenta y cuatro años de su vida. La inapreciable ventaja de hablar con personas después de su reciente fallecimiento, fue la inmediatez, la frescura de sus respuestas antes de penetrar en el proceso de análisis y evaluación. El peligro, por otra parte, era que algunas de sus amistades, aunque afortunadamente fueron muy pocos lo casos, estaban decididas a conservar la máscara de la Callas- una María compuesta enteramente sobre la base de su imagen pública y sus declaraciones a la prensa, una intachable figura de cera, libre de toda contradicción desaliñada. Pero la María que resistió este proceso que comenzó a disminuir en la última etapa de su vida, no tengo duda alguna, resistió hasta el día de su muerte.

Como la relación con su madre fue la cicatriz de su corazón supe que tenía que comenzar por ella. Fue para la Navidad de 1977, en el momento en que Battista Meneghini y la madre de María se disputaban doce millones de dólares que María había dejado sin realizar testamento alguno. Los abogados de la madre la instruyeron para que no hablara con nadie. Fui a Atenas, determinada en no regresar a Londres hasta conocerla.

Una tarde, con una ramo de flores en mis manos, llegué a un departamento en un tradicional y respetable vecindario de Atenas. Abrió la puerta con cautela, cogió las flores, me agradeció, pero no me permitió pasar. Entonces ocurrió algo que me hace creer que los milagros ocurren en los peldaños de las inmediaciones tan a menudo como en los libros sagrados, y quizás más aún. Una frágil y anciana salió de un apartamento vecino, intercambió unas pocas palabras con la Señora Callas y de repente cayó desmayada. La llevaron dentro de su apartamento, la friccionaron con colonia en la frente y nos quedamos un rato después que volvió en sí. ''Necesita tomarse un trago después de esto'' señaló la señora Callas. Salí de su casa seis horas después y sólo para regresar al siguiente y al subsiguiente. La ayuda que me brindó y el conocimiento que obtuve después de las horas que pasé junto a ella está presente a lo largo de todo el libro y me ayudó a descubrir la fórmula precisa para obtener el perfil que me permitiría armar esta obra. Realizar esta labor me tomó dieciocho meses a través del testimonio recién mencionado junto al de numerosas otras personas que conocieron a María fugazmente así como personas que estuvieron muy cerca de ella a lo largo de su vida. Algunos de éstos como Titto Gobbi, Franco Zefirelli y la madre de María eran personas a las que yo estaba dispuesta a entrevistar a cómo diera lugar cuando decidí escribir este libro. Otros, a menudo personas que estuvieron a su lado en importantes momentos de su vida, los fui conociendo a medida que iba desarrollando el libro.

El más extraordinario de estos encuentros fue aquel que sostuve con su padrino,Leonidas Lantzounis, un médico griego que emigró a los Estados Unidos un año después que los padres de María y se estableció allí, con gran éxito, como médico cirujano ortopédico. Sabía que era un personaje cercano de María pero nada de lo que yo había descubierto hasta entonces me permitió constatar el fuerte lazo de unión que existía entre ellos. Hablamos durante horas en mi departamento de Nueva York que estaba enclavado sobre el río Hudson. De súbito me presentó un fajo de cartas que resumían veintisiete años de la vida de María, entre 1950 hasta el año en que falleció. María, tal como me lo aseguraron sus mejores amigas, odiaba escribir cartas. Sin embargo le abrió su corazón a su padrino en forma consecuente y dándole a conocer toda su vulnerabilidad. Queda de manifiesto y en forma muy clara que de esta persona María recibió todo el afecto y calidez familiar que siempre añoró de parte de los suyos. ''Te quiero y te admiro'' señala en una de sus cartas ''y eres para mi como parte de mi sangre. Es extraño notar cómo los parentescos que nos unen a nuestros consanguíneos no son realmente relevantes. Los míos me han dado sólo infelicidad.'' A menudo se dirige a él como ''Noné'' (padrino en griego) y firmaba sus cartas como ''tu ahijada''. Su lenguaje es una curiosa mezcla de si misma: la gramática y la sintaxis aportadas en gran parte por el idioma griego, el francés y el italiano, y las palabras, aunque siempre en inglés, están casi siempre traducidas en forma literal. Las cartas que he introducido en el libro están impresas tal como ella las escribió- con faltas de ortografía y demás.

Le debo al Doctor Lantzounis una enormidad por haberme depositado su confianza y hacerme entrega de esos preciosos documentos que el mismo atesora tanto…

Hubo otras personas que no fueron parte de su vida profesional ni pública pero que aportaron mucho en el conocimiento personal además de detalles íntimos que necesitaba conocer a María además de la Callas. Mary Mead viajó con ella de hotel en hotel en los desesperados meses fugitivos que transcurrieron después que Onassis decidió anunciar su compromiso con Jackie Kennedy. Peter Diamand permanecía junto a María tras las bambalinas después de algunos de sus triunfos y también participó en más de uno de sus desaguisados teatrales; Nadia Stancioff estuvo a su lado durante toda la filmación de ''Medea'' y también durante aquel verano íntimo en la isla privada de Tragonisi en el Egeo; Francois Valéry pasó a ser su acompañante semi oficial y gran amigo durante los solitarios últimos años de su vida. Hubo colegas como Jon Vickers, Nicola Rescigno y Sylvia Sass, amigos como Vasso Devetzi, Gaby Zuylen y Christian Bischini, también están aquellos que estuvieron ligados a ella a través de su profesión u oficio tales como su peluquero, su decorador- los que inevitablemente constituían parte de su vida y que en ocasiones, también eran sus amigos. Los vi a todos durante los dos últimos años yendo en ocasiones, a conversar nuevamente con ellos por una segunda vez, y otra vez más, porque a medida que la iba conociendo, mi curiosidad se acrecentaba…

En ocasiones, cuando nuestras conversaciones no estaban siendo grabadas, y cuando mi libreta de apuntes registraba inexactitudes a través de las conversaciones, volvía a revisar toda la información de nuevo con mis entrevistados hasta que se imprimió el libro.

Cada vez que escribía acerca de pensamientos o sentimientos, no se trata en la realidad sólo de especulaciones si no que están hechos sobre la base de entrevistados exclusivos, cuando la persona a la que nos referimos está fallecida, sus pensamientos y sentimientos son como la describen amigos íntimos o familiares.

La fuente más importante para descubrir información y comprensión de nuestra protagonista fue la misma María aunque pocas veces esta información se diera a conocer a través de sus declaraciones públicas, que muchas veces daban poca o ninguna indicación acerca de su real estado anímico. De hecho declaraba en público precisamente sentimientos absolutamente opuestos a los que ella cobijaba. Podía hablar de alegría y felicidad cuando sufría crisis internas; podía insistir en la estabilidad de su matrimonio y de la devoción que sentía por su marido después de haberlo abandonado unos meses antes. Pero tenemos las cartas dirigidas a su padrino en las que escribe como si estuviera hablando consigo misma, y las cartas íntimas pero ocasionales que le escribió a alguna persona amiga. También mantuve conversaciones con John Ardoin lo que avala el registro más directo, más honesto, y más trágico testimonio de sus sentimientos entre todos aquellos a los que alcancé a registrar a través de grabaciones. Sólo parte de esas conversaciones han sido publicadas y estoy profundamente agradecida de John por haberme proporcionado las transcripciones completas.

De vez en cuando, el azar, el destino, se encarga de escoger a un individuo para que sea el más descollante y único en su ramo quién será juzgado en el futuro de acuerdo a los nuevos patrones que éste ha aportado a su oficio. Así fue lo de la Callas. Su genio consistió en eso precisamente: cuando ''interpretaba'', el público tenía la impresión de que ella esta ''creando''.

No obstante que muchos grandes artistas han impuesto su personalidad en los roles líricos que interpretaban, aquello no impidió que María Callas lograra que su sello único hiciera que los auditores olvidaran versiones anteriores. Su fantasma sigue apareciendo en todas las producciones de los roles que hizo suyos; no hay mayor alabanza para la intérprete de una Norma, o de una Violetta o para una Tosca hoy en día que se diga ''es lo mejor desde la Callas''. María trajo a la vida óperas que muchos habían olvidado su existencia. Lo hacía yendo al corazón de los argumentos de la música transmitiéndolas con todo su cuerpo y con su voz. Así fue como inspiró a directores tales como Visconti, Zeffirelli, para crear las producciones en la que su verdad dramática pudiese aflorar. María revolucionó la ópera de nuestro tiempo. Realizaba para lograrlo, profundos ensayos lo que la convirtieron en una persona mucho más exigente y fue finalmente la que lejos más revolucionó el arte de la ópera desde sus orígenes.

Sin embargo, durante los dos últimos años de mi vida, mientras escuchaba cada grabación comercial que hizo, además de aquellas versiones pirateadas, cintas de ensayo que pude conseguir, he llegado a la conclusión que aún mucho más importante que la revolucionaria influencia de María en la lírica, su aporte primordial es que ella vivía a través del canto, y al respirar tragedia, fuerza y vida en el interior de la música nos enseñaba un espejo que retrataba nuestras más secretas pasiones.

María, fue, sin lugar a dudas, la más controvertida, la más inquietante cantante de nuestro siglo. Incluso en su juventud, su voz era irrisoria y nada musical, fea, una blasfemia que atentaba en contra de los ideales de la belleza vocal. Aquellos que nada conocen de controversias musicales, se informaron de su temperamento, sus berrinches y sus abruptas cancelaciones de funciones largamente esperadas amén de las ilimitadas ocasiones en que se retiró del escenario en plena función.

Lo que surgió en mi mente en reiteradas ocasiones para explicar esta conducta mientras escribía este libro eran razones válidas, a veces eran motivos trágicos de la conducta de María que en aquel momento y en ocasiones posteriores fueron explicados sólo en términos de ''mal carácter'', exigencias imposibles de cumplir y arrojos de vanidad. Pero más importante aún, esos descubrimientos revelaron el conflicto de María consigo misma, una división incesante que ella anhelaba remediar.

A través de sus entrevistas, de declaraciones públicas y de verdades privadas, su retrato fue adquiriendo luz y color, revelando nuevas huellas y nuevos detalles. Era, un poco, como mirar el lento desarrollo de una instantánea de Pollaroid... Si olvidamos quién fue la que posó y quién tomó la fotografía, yo simplemente miraba con fascinación cómo esta instantánea iba cobrando vida.

Comencé por enfocarla bajo la luz de un escrutinio muy riguroso. Y cuando estaba a punto de desaparecer ante un débil resplandor de rasgos comunes a todos los mortales, - inseguridades, esnobismo o temores, de debilidades humanes corrientes- la redescubrí sin fantasías en su realidad y no a través de su magnificencia artística. Para entonces ella se había convertido en parte de mi vida diaria y había comenzado a invadir incluso mis sueños.

Sólo cuando suspendí la interpretación teórica de María fue cuando comencé a conocerla y cuando me abstuve de enjuiciarla empecé a sentir la total fuerza de la pasión que albergó su vida. Es esta pasión que ella sintió por la vida, por su arte, y por algo que desconocemos vinculado a estos factores, la magia que la condujo a través de su vida. Y esta pasión la que he tratado de comunicarles en las siguientes páginas que vienen a continuación.

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